Mauricio Casas y Paola Cejas, los padres del niño de dos años que murió víctima de los golpes recibidos en julio de 2008 en Villa del Totoral, fueron condenados a prisión perpetua por la Cámara Cuarta del Crimen y los jurados populares.
La sentencia, coincidente con el pedido de la fiscal Laura Battistelli, originó muestras de dolor de la familia del acusado. Mauricio sólo atinó a mirar a su hermana, mientras Paola rompía en llanto.
Uno por maltratador, el otro por silenciar el calvario del pequeño y no hacer la denuncia, fueron hallados responsables del delito de homicidio agravado por el vínculo. «No hay que perderse en la problemática de definir quién fue quién, los dos son responsables» dijo la fiscal Laura Battistelli.
El debate, además, dejó entrever graves falencias en las tareas preventivas de la Justicia de Menores y la asistente social que intervino en el caso. Dos años antes del crimen, el hundimiento del cráneo y la fractura de un brazo del bebé fueron un alerta de los presuntos malos tratos que sufría el niño, que había nacido en forma prematura. Sin embargo, se resolvió que el niño siguiera bajo cuidado de la familia paterna.
En su alegato, la fiscal Battistelli sugirió que una supuesta infidelidad, relación de la cual Mauricio Casas sospechaba que había nacido el pequeño, podría haber sido el motivo del maltrato sufrido. «¿Qué culpa tenía el chico de las sospechas de su padre?», se preguntó la funcionaria.
Los abogados defensores de los dos condenados, solicitaron la inconstitucionalidad de la perpetua, en coincidencia a lo dispuesto en el emblemático caso Ludmila, otra beba muerta por maltratos en Córdoba, cuyos padres recibieron la pena de 18 años de prisión.